miércoles, 24 de febrero de 2010

LA LEJANA

Yo tenía una amiga que no podía regalar un libro sin escribir una larga dedicatoria. Pensaba que la primera página en blanco era la más importante, la que podía cambiar el argumento de todo el libro. Una vez regaló una novela de Benedetti y en la dedicatoria escribió: “Recuerdo cuando íbamos al teatro al aire libre y yo tiraba los cigarrillos encendidos a tus pies para que los apagaras. Te lamentabas constantemente durante la función, bostezabas, te rugían las tripas y, al final, te había gustado la obra más que a mí. Quisiera recordar las noches que paseamos por Montevideo, pero eso sólo ocurrió en mis sueños. A ti no te gustaba Sudamérica, más allá del mar, habitada por dragones. Preferías los lugares cercanos, las calles conocidas, los nombres comunes, las personas amadas con el tiempo. Nunca fuiste un gran explorador, ni siquiera de ti mismo. Tal vez yo fui tu tierra conquistada. Yo, la lejana”.

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