Yo tenía un amigo que coleccionaba las alas de los insectos: las irisadas de las mariposas, las diminutas de las moscas, las transparentes de las libélulas, las polvorientas de las polillas. No se atrevía a diseccionar las de los pájaros ni las de los ángeles. Guardaba sus pequeños tesoros en una caja de madera que imitaba a un baúl. Esperaba que todos ellos algún día le ayudasen a volar.
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