miércoles, 24 de febrero de 2010

PEQUEÑA HISTORIA DE ETIANNE BREMAU

Yo conocí a una mujer que solía contar la historia de Etianne Bremau, su bisabuelo francés por parte de madre. Decía que de él, según había oído, había heredado un capricho en el brazo y la mala suerte.

En el salón de los espejos de Versalles, Etianne Bremau se torció un tobillo bailando con la mujer de su mejor amigo, a la que amaba en secreto. Fue el único incidente que ocurrió en la corta vida de este salón, aunque nadie le diera importancia, ni siquiera el propio Etianne.

Dos años después, cuando el salón había sido cerrado para siempre y sólo perturbaría su calma el brillo de un luciérnaga, Etianne Bremau corría para salvarse de la furia, del pueblo y de las ballestas. Sin embargo, y aunque nunca había dado motivos de flaqueza, la vieja torcedura mordió de dolor el tobillo, y ya no pudo seguir huyendo.

Mientras Etianne se desangraba en el suelo, se veía así mismo abrazando a la mujer que amaba, la que estaba prohibida, la que había muerto hacía hace tres meses de tuberculosis pero sin embargo ahora, en sus brazos, estaba bailando y reía, y volaba. Ambos se reflejaban en mil espejos. Messieu Bremau murió convencido de que así debía de ser el cielo.

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