Cuando era bien pequeñita mi abuelo me enseñó a leer, para que le liberara de la tortura de tenerme constantemente sobre las rodillas solicitándole que volviera a empezar el libro. Me enseñó cómo desvelar aquellos jeroglíficos que formaban las letras, y para mí fue el mayor de los descubrimientos. Cuando alguna de las palabras se me escapaba, miraba los dibujos y me inventaba la mitad de la historia. Mi abuelo empezó a llevarme todos los días a la biblioteca sabiendo que me dejaba en buena compañía. Fue como empecé a tener cientos de vidas. Mi abuelo Ramón Ruiz no leía más que los periódicos, y principalmente las esquelas, para que no se le escapara la despedida de ningún amigo. A él lo que le gustaba por encima de todo era contar historias. Narraba las peripecias de su ancha vida, lo que había visto y oído, lo que le habían contado a él. Se pasaba horas relatándonos, pasándonos el testigo de su existencia. Así fui creciendo, entre mi abuelo lector y mi abuelo narrador, sentada junto a mi padre que no puede pasar una noche sin un libro al lado, inventándome la vida de la gente que pasaba por debajo de mi ventana, intentando descifrar los misterios de todo aquello que desconocía, emborronando con mis historias la parte de atrás de las libretas de Matemáticas cuando me aburría la clase. De alguna forma nunca he dejado de ser esa niña que se inventaba los libros mirando los dibujos. Nunca he dejado de observar a la gente, convencida como estoy de que cada persona guarda dentro de sí un enjambre de secretos y que dentro de nosotros atesoramos enormes bibliotecas. Voy a la caza de historias, como el que con una red se pasea por el campo atrapando mariposas. Pero no soy tan cruel como para retenerlas en un cuadro pinchando sus alas con una alfiler, sino que las dejo volar. Y en su vuelo me llevan con ellas. Leticia
* Leticia Sánchez Ruiz, ganadora del Alarcos Llorach de Novela 2009 y toda una desconocida dentro del panorama literario. ¿Cómo se ve ahora que acaba de aparecer su primera novela “Los libros luciérnaga”? La verdad es que desde niña esperaba este momento, como quien espera un tren que sabe que tarde o temprano tiene que pasar. Siempre me he visto como escritora. Y sin embargo, ahora me parece que le está pasando a otro. Cuando se cumplen los sueños siempre tienen algo de irreal. Aunque la verdad es que sigo como antes: escribiendo en mi cuarto en pijama, fumando, bebiendo agua, reescribiendo una y otra vez y preguntándome si le importarán a alguien los mundos que me invento. Eso sí, bastante más feliz que antes. Ahora al menos sé que a alguien sí le importan.
* Una novela larga, casi 500 paginas, pero estructurada en pequeños capítulos que la hacen mas asequible y, de paso, apuntándose a lo que ya se conoce como "novela fragmentaria". ¿Premeditado? No, no tiene nada que ver con tendencias literarias. Lo que ocurre es que a mí me encanta leer los libros de capítulos cortos, porque suelo dividir mis lecturas por capítulos, y dejar uno a medias me da mucha rabia, como cuando te despiertan en medio de una siesta. Así me digo: un capítulo más y me echo a dormir, me acabo este capítulo y salgo de casa, cuando termine éste cierro el libro y miro por dónde está pasando el autobús. Y lo que me suele ocurrir es que me duermo a las tantas, llego tarde y me paso de parada. Por eso escribí así la novela: para evitar insomnios, retrasos y despistes. *¿Tiene pánico escénico ahora que la obra ya esta en la calle? ¿Teme a la crítica usted que fue critica? Sigo siendo crítica literaria, aunque siempre he hecho mis críticas como las hacen los franceses. Es decir, del libro que no me gusta, no hablo. Mis malas críticas se reducen al silencio. Y sí, claro que tengo pánico escénico. Uno siempre teme que lo que haga no guste a los lectores. Si no gusta, sobre todo me da pena por mis personajes, por no haber contado correctamente su historia. Porque aunque sean inventados, sé que existen en algún lugar. Soy de la opinión de que los escritores poseemos la virtud casi de “médium” de que en nuestro cerebro se creen mundos que podría existir en cualquier otra parte, pero justo han elegido ésa para sobrevivir. Mundos que nos desbordan y por eso los sacamos fuera. *¿Quien es Leticia Sánchez Ruiz? Alguien que estudió Periodismo porque le iban a pagar por escribir todos los días. Y en eso sigo, metida en mil fregados, redactando notas de prensa, hablando de libros, escribiendo columnas, entrevistas, reportajes y aprendiendo muchísimo. Porque si una cosa buena tiene la profesión de periodista (que tiene muchas malas), es que puedes conocer cosas, personas y lugares que de otra forma no podrías descubrir. *¿Y de qué trata su novela “Los libros luciérnaga”? Empieza con una biblioteca ardiendo en medio de la noche. Cincuenta años después comienzan tres historias distintas: la de Ulises y Melquíades, dos hermanos que llevan décadas sin hablarse y se unen para emprender una inusual búsqueda; la de Lucía y Pian, que es una historia de amor y literatura; y la de Felipe, un muchacho triste que siempre soñó con hacer la revolución y acabó montando un bar. Así, iremos conociendo la librería anticuaria Merlín, el pueblo de Fenexía (donde la noche es una catástrofe) o un diccionario de latín en cuyas solapas hay escrito un plan para hacer la vida maravillosa. En cada capítulo se descubre un misterio y se plantea otro. “Los libros luciérnaga” es como una gran caja repleta de pequeñas cajitas que contienen secretos. *¿Como se inspira a la hora de escribir?¿Crees en la inspiración o en el trabajo diario? Decía García Márquez que él bien sabía que un escritor, aunque estuviera al sol tirado en una tumbona boca a abajo, probablemente estaría trabajando como un burro. Los libros se piensan lejos del escritorio, y se escriben principalmente en la cabeza. Se escriben mientras paseas, ves la televisión o charlas con los amigos. Hasta en sueños se escribe. Eso sí, hay que tener valor y paciencia para sentarse durante horas y tratar de ordenar y dar forma a aquello que nos pasa por la mente. La mayoría de las veces, cuando lo ves escrito en el papel, te parece bastante decepcionante y mucho peor que como sonaba en tu cabeza. Y ahí es donde comienza el trabajo duro. Si sólo escribiese cuando estoy inspirada, y teniendo en cuenta lo desorganizada que soy, tengo miedo que no hubiese escrito ni la etiqueta de un champú *¿Que autores de cabecera son los preferidos los Leticia Sánchez Ruiz? Puff… muchísimos, y siempre me dejaré a alguno fuera del saco. Pero si tuviera que elegir, me quedaría con los escritores en español a uno lado y otro del océano: Eduardo Galeano, Rosa Montero, Julio Cortázar, Antonio Muñoz Molina, Jorge Luis Borges, Carmen Posadas, García Márquez, Eugenia Rico, Benedetti, Luis García Montero … y un largísimo etcétera *¿Y que está escribiendo en estos momentos? Pues mira, acabé de escribir “Los libros luciérnaga” un día 13, y el 15 empezaba otra novela. No lo tenía así planeado, de hecho tenía apuntes tomados para un libro muy distinto. Pero de repente escribí dos frases, y toda la historia se me vino a la cabeza. Locuras que le dan a una. La nueva novela se desarrolla, más o menos, en los años 60, en uno de aquellos bares enormes donde se tomaba café en vaso, se jugaba al dominó, se hacían tertulias después de comer y en cada mesa había un cenicero de Cinzano. La hija pequeña de los dueños de este bar tiene como mejor amigo a Perotti, un parroquiano de cien años bastante peculiar. Cuando Perotti muere deja a la niña una misteriosa herencia: el Gran Juego. |
miércoles, 24 de febrero de 2010
«Los escritores poseemos la virtud casi de “médium” de que en nuestro cerebro se creen mundos que podría existir en cualquier otra parte, pero justo h
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